Todo el tiempo, pero con una manifestación más palpable, más concreta, desde las primeras horas después de conocidos los daños causados en aquel fatídico martes 12, la solidaridad ha adoptado un nuevo sinónimo, República Dominicana. Y no lo digo porque sea parte de este lado oriental de la isla (Santo Domingo), sino porque los hechos, y más concretamente el pasado terremoto, así lo han demostrado.
A partir del miércoles 13, todas las instituciones del gobierno dominicano (el gobierno en pleno), en la práctica se ha mudado a Haití a trabajar tratando de palear un poco la situación de desgracia que están viviendo los haitianos; asimismo, el sector privado dominicano, las ONGs, las iglesias dominicanas… los medios de comunicación radial, televisivo, escrito, Internet… no han descansado, constituidos en mecanismos de recolección de ayudas para el hermano país.
La vida cotidiana de los dominicanos se ha transformado en estos días, es como si la desgracia esta vez no hubiera tocado las puertas de nuestros vecinos, sino la nuestra; aunque nos toca bastante cerca el drama que día a día viven los haitianos, no sólo por esta tragedia.
Aunque particularmente me desagrada sobremanera el hecho de andar haciendo publicidad a los gobiernos, y mucho menos al sector privado y algunas “ONGs” (no porque tenga nada en contra, sino porque ello se ha convertido en todo un negocio en el país), es preciso dar la cara en este momento, “por
El Gobierno, los partidos de oposición, tanto del sistema como de izquierda, las iglesias en sus diversas versiones, el empresariado dominicano, las ONGs, los medios de comunicación…, en otras palabras, todos los dominicanos nos hemos unido (sin ver por primera vez en mi vida el antagonismo y deseo de protagonismo) en un único objetivo: ayudar a Haití, y lo hemos hecho nuestra prioridad, dejando a un lado los graves problemas que afectan a un país pobre como República Dominicana, pero que ahora nos parecen insignificantes si los comparamos con la pesadilla de nuestros vecinos.
El presidente de
Desde el día 13,
Los Comedores Económicos de
El país puso a disposición de la comunidad internacional la infraestructura de varios aeropuertos y puertos dominicanos para que sirva de puente receptor para las ayudas humanitarias, y ha dado facilidades para evacuar, a través de las fronteras y nuestro espacio aéreo, a los extranjeros de diversas nacionalidades que se encuentran o encontraban en Haití en este momento.
El Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones, con decenas de técnicos de las subsidiarias dominicanas Tricom, Codetel, Orange, Viva, hicieron un gran trabajo para el restablecimiento de la comunicación telefónica y el Internet en Haití; los teléfonos satelitales utilizados por los organismos internacionales como
Todo eso implica la liberación y gasto de cientos de millones de pesos por parte del Estado dominicano; ya el gobierno desembolsó 231 millones a través de varias instituciones; el Consejo Nacional de Seguridad Social aportó 180 millones para reforzar los hospitales; eso, aparte de las campañas que tienen todas las instituciones públicas buscando ayudas en efectivo y material. Los pocos ejemplos que hemos puesto, porque hay muchos más, es en lo concerniente al gobierno (tendríamos que escribir un libro para enumerar todo).
En lo concerniente a las instituciones privadas, empresariado dominicano y organizaciones de la sociedad civil y organismos populares, es la misma historia. Las empresas dominicanas, con su empleomanía, se ha volcado a buscar ayudas; y podemos ver en la televisión, en los periódicos, en el Internet, llamando a la ciudadanía a aportar dinero, en pesos y dólares, a tal punto que empresas abren cuentas en bancos y ofertan duplicar hasta un millón de dólares las contribuciones hechas.
Asimismo, las compañías telefónicas han creado líneas de llamadas, cuyos costos serán aportados a esta causa; además, supermercados hacen campañas ofreciendo un aporte por cada cien pesos consumidos en sus establecimientos; mientras que otros ofertan una caja conteniendo agua y productos enlatados por una cantidad de dinero, y una adicional por cada caja adquirida.
Las ONGs, organizaciones populares, partidos políticos, las iglesias, buscan dinero, agua, comida enlatada, frazadas, etc., todo esto para ser llevado a Haití. Las televisoras y radios hacen tele y radio maratón en la capital y principales ciudades, como San Francisco de Macorís, Santiago,
En
Y es tal nuestra solidaridad, ¡Y qué bueno que somos así los dominicanos! que nos olvidamos de nosotros mismos para apoyar a nuestros hermanos haitianos, a sabiendas de que estamos ubicados también en el trayecto de los huracanes y terremotos, en el mismo Caribe, que por nuestro territorio pasan varias fallas geológicas, y que en cualquier momento algo puede pasar (no lo quiera Dios), quedando los habitantes de esta parte oriental de la isla desprotegidos, porque como dije al principio, el gobierno dominicano y todas las instituciones privadas y civiles están en Haití, aunque las cadenas internacionales de comunicación sólo hablan de ayudas de los países ricos, ayudas que todavía no se ven lo suficiente.
Aunque parezca muy duro, hay cosas que deben decirse, aunque no les agrade a sectores de los dos lados y fuera de esta isla, que lo único que han hecho es beneficiarse de las desgracias que fenómenos naturales y políticos han llevado a Haití.
¿Qué más podemos hacer? Esta vez hemos hecho lo que está a nuestro alcance y más allá, y de acuerdo estamos todos los dominicanos en que debemos seguir manifestándonos, hasta nuestro límite. Todos los días República Dominicana es solidaria con Haití, tenemos en este territorio más de dos millones de haitianos ilegales que consumen parte de nuestro presupuesto en Salud y educación.
La situación haitiana es un problema de la comunidad internacional; no lo puede asumir sólo
La comunidad internacional debe asumir la reconstrucción de Haití, incluso con la intervención y administración del Estado, hasta que los haitianos tengan instituciones capaces de continuar solos; porque de lo contrario, esas ayudas millonarias que están siendo enviadas hacia allá corren el riesgo de quedarse en los bolsillos de la oligarquía que históricamente ha mantenido al pueblo haitiano en la pobreza extrema a costa de su enriquecimiento; deben crear los campamentos de damnificados en las zonas donde no afectó el terremoto, que fue solo Puerto Príncipe, porque de este lado de la frontera, como pretenden algunos de los sectores que se aprovechan de la calamidad de los haitianos, es inviable. Porque si eso sucede, seríamos dos países los que quedaríamos en la misma situación.
De más está decir que no somos xenófobos, no somos racistas, como nos acusan a nivel internacional; los dominicanos convivimos como buenos hermanos con los haitianos día a día sin ningún problema. Y para muestra, basta un botón: todos nos hemos unido en esta tragedia para dar lo que podemos. Desde el presidente de
Los dominicanos no nos merecemos la campaña de descrédito implementada por ONGs interesadas de nuestro país y fuera del país, eso es tan injusto como la misma injusticia que viven nuestros hermanos haitianos.
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